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Señor Director:
Una lección valiosa de la pandemia en materia educacional fue la importancia de la presencialidad y continuidad en las clases, especialmente durante la etapa escolar.
La presencialidad se convirtió en un bien invaluable al que no podemos renunciar fácilmente, pues los efectos de perder clases han demostrado ser catastróficos. Sin embargo, vemos con preocupación cómo en muchas decisiones del Estado la necesidad de que los niños asistan a clases no es prioritaria.
El próximo proceso eleccionario de dos días es un claro ejemplo. En los colegios designados locales de votación se perderán tres días de clases, pues la instalación para llevar a cabo una correcta elección así lo demanda. Estas decisiones impactan la educación de los estudiantes, ya que cada día perdido es una oportunidad de aprendizaje que no se recupera.
Aunque algunos minimicen este impacto, la realidad es que cada hora perdida afecta a los niños, especialmente a quienes ya enfrentan dificultades de diferente índole. Como no se recuperarán estos días de clases cabe preguntarse de qué manera las autoridades involucradas pretenden acortar las brechas en educación y qué estrategias están disponibles para asegurar un proceso de enseñanza y aprendizaje significativo, dado que la presencialidad no parece ser prioridad.
Monserrat Risco Parada
Profesora Faro UDD