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Este 1 de octubre, el arquitecto chillanejo Claudio Martínez asumirá una nueva responsabilidad. Se trata de la Dirección Regional del Servicio Nacional del Patrimonio, un puesto clave al que llegó por alta dirección pública y motivado por su cercanía con temas relacionados al rescate patrimonial en Ñuble. En esta primera entrevista desde su nuevo cargo, Martínez esboza algunas de las prioridades que tendrá a cargo de la Dirección Regional de Patrimonio.
¿Cuáles son las expectativas que tiene considerando que el patrimonio regional ha sido uno de los ejes de su trabajo durante décadas?
Las expectativas están fundadas en un aspecto que yo, efectivamente desde la sociedad civil, he sido reiterativo. Se trata de defender e intentar poner en valor el patrimonio de la región y de Chillán en particular, y ahora tengo la oportunidad de hacerlo desde la institucionalidad; esa es mi principal expectativa. Creo que tengo mejores herramientas para conseguir los objetivos que he venido planteando por muchos años.
¿Cuáles son esos objetivos?
El Servicio Nacional del Patrimonio tiene como misión poner en valor el patrimonio en todas sus definiciones, tangible, intangible, material, inmaterial, cultural, arquitectónico, a través de la generación de políticas públicas, y también de iniciativas que permitan coordinar con otros sectores o con otros servicios la articulación de algunos proyectos; en definitiva, es gestionar o colaborar a la gestión más eficiente del patrimonio y el punto de vista que yo tengo es transformar el patrimonio no en un gasto, sino que en una inversión, que genere desarrollo, mejores condiciones de vida, no solamente a través del turismo, sino que de los factores bien intangibles, pero muy valiosos, como la identidad y el sentido de pertenencia a un territorio.
Y en ese sentido, ¿cómo se va a involucrar, por ejemplo, con el proceso que está viviendo Quinchamalí y esta desazón entre las loceras que, según ellas, no ven los resultados de su postulación a la Unesco como Salvaguardia Urgente?
Una de las tareas que tiene la Dirección Regional de Ñuble, y en particular el proceso de gestión que inicio yo, es justamente resolver aquellos inconvenientes que se han producido con las artesanas de Quinchamalí. De modo que una de las primeras acciones que voy a tomar va a ser conversar con ellas y ver de qué modo se puede aportar para resolver sus inquietudes y facilitar la gestión de ese patrimonio, que por lo demás, posee un reconocimiento internacional.
Uno de los patrimonios que tenemos es la Escuela México. Usted hace algún tiempo manifestó su preocupación por el traspaso a los servicios locales ¿La Dirección de Patrimonio va a tener injerencia en velar porque los murales de Siqueiros finalmente sean protegidos?
Más allá de la perspectiva administrativa que están consagradas en las leyes, el director de Patrimonio tiene la obligación de buscar soluciones frente a estos temas que son de discusión pública. En el caso concreto que me plantea, yo personalmente considero que la Escuela de México y los murales son una sola unidad. Si cualquiera de las dos cosas faltaran, sería un patrimonio vulnerado respecto a lo que fue el espíritu original. Ahí hay una donación del Gobierno de México, y ese relato no puede ser vulnerado por decisión administrativa o de pragmatismo cuando se concrete este eventual traspaso al nuevo sistema de educación pública.
Estamos ad portas de la construcción del Archivo y Museo Regionales pero cuando tengamos esa infraestructura, hay que ver cuál será el contenido ¿Cómo se involucra la Dirección del Patrimonio en este proceso?
La Dirección de Patrimonio, que es heredera de la antigua Dirección de Biblioteca, Archivo y Museo, tiene como una de sus tareas el museo, por lo tanto es obligación nuestra estar encima de ese tema, hacer todos los esfuerzos por gestionar los recursos y luego lo que significa el proceso museográfico, que son los contenidos. Vamos a contribuir a la gestión de este proyecto y a su materialización, que sería un proyecto emblemático para la Región de Ñuble. Pero también hay otros proyectos que están al debe, como la Iglesia Los Carmelitas, la Iglesia de San Juan de Dios, que a veces son complejos porque intervienen distintos actores, pero al final del día la comunidad identifica al Estado como responsable de ello. Ñuble debe dar una respuesta a la expectativa que se generó cuando se creó como región. Uno de los principales argumentos fue el tema del patrimonio y su cultura, y yo creo que ahí estamos en deuda todavía.
¿Va a pedir que se reactive el proyecto de San Juan de Dios?
Es una deuda absoluta que tenemos todos los actores públicos, y para mí es prioritario. No es posible que se vaya a inaugurar un mega edificio como es el Hospital Nuevo, con una ruina al lado que lleva años en esa condición. Y más allá de cualquier explicación, yo creo que todos los actores tenemos que ser responsables de ello. Hay algunos más responsables que nosotros, pero todos somos responsables. El Estado en definitiva es responsable y la Dirección Regional del Patrimonio es parte de ese proceso, más allá de que no tengamos la directa incidencia o capacidad de poder resolver problemas, pero ahí hay una deuda de la cual tenemos que hacernos cargo.