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La inmobiliaria Urbani ingresó a consulta de pertinencia en el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) de Ñuble el proyecto edificio Plaza El Roble, una estructura de diez pisos que se prevé levantar en calle El Roble 1065, en Chillán, en un predio contiguo a la casa del poeta Gonzalo Rojas, hoy centro cultural, declarada monumento histórico en abril de este año por el Consejo de Monumentos Nacionales.
De acuerdo al documento presentado al SEA en agosto pasado, el edificio -de 8 mil m2- tendrá 108 departamentos y 57 estacionamientos, en una superficie de 1.268 m2.
El proyecto -el primero en altura que emprende Urbani en Chillán- representará una inversión aproximada de US$ 10 millones y según adelantó Claudio Basualto, CEO de Urbani, se prevé que las obras comiencen en diciembre próximo y se extiendan por 18 meses, durante los cuales demandarán una mano de obra promedio de 120 trabajadores directos con un peak de 160.
Explicó que la creación de la región y la mayor demanda habitacional fue uno de los factores para iniciar este proyecto, cuya propuesta, justificó, busca ofrecer lo que necesita el mercado, con precios alcanzables, pero sacrificando un poco el tamaño, y acotó que la densidad es menor en comparación con otros edificios.
Relevó que Urbani está certificada como Empresa B desde 2017. “Es una empresa que busca el triple impacto: en la sociedad, en el medio ambiente y en los clientes; sin renunciar a tener utilidades, y eso se puede. De hecho, fuimos de los primeros, junto a la constructora José Miguel García, en hacer casas con certificación energética, en 2014; también fuimos los primeros en hacer casas con ventanas termopanel para las viviendas más económicas; cuando desarrollamos el proyecto Huambalí, en Chillán Viejo, hicimos operativos dentales. Por eso, cuando nos dimos cuenta que teníamos de vecino la casa de Gonzalo Rojas, comenzamos a pensar ideas. Desde el día uno, cuando ni siquiera teníamos el permiso, fuimos a conversar con ellos sobre eso, cómo nos integramos, cómo agregamos valor”.
El ejecutivo destacó la buena relación que mantienen con la Corporación Cultural Municipal Gonzalo Rojas, que administra el inmueble, y subrayó que han mantenido una comunicación fluida sobre el proceso constructivo, así como de las medidas de resguardo para evitar daños en la casa del poeta, particularmente en la etapa de preparación de suelo.
“Incluso, les ofrecimos unir los antejardines para hacer una obra bonita, y crear una mini plaza abierta al público en honor a Gonzalo Rojas -de unos 36 metros de frente-, porque a mí, por normativa, me pidieron dejar un antejardín importante y yo tuve que retranquear -cerca de 4 metros- el edificio; también les propuse nombrar al edificio como Don Gonzalo, por ejemplo, y poner adentro alguna imagen y otros elementos, pero al final, el hijo de Gonzalo Rojas no quiso, y lo entiendo, porque no quería asociar el nombre de su padre a un proyecto comercial”, relató Basualto.
De todas formas, sostuvo que seguirán intentando generar un espacio público común, “porque Chillán tiene historia, no es cualquier ciudad, entonces, renunciar a esa historia, para nosotros es poco lógico, pero a veces a las inmobiliarias nos demonizan y nos ponen a todos en el mismo saco”.
Centro cultural
La casa de Gonzalo Rojas fue propiedad de la familia de su esposa, Hilda May. Esta construcción, que data de los años 60, tiene una importancia significativa en la vida del poeta y en la historia cultural de Chile.
Con el fallecimiento del poeta en 2011, fue adquirida por el fisco y administrada por el Ministerio de Bienes Nacionales con el objetivo de convertirla en un centro cultural. Se entregó en concesión a la Corporación Cultural Municipal Gonzalo Rojas, que actualmente la administra.
La directora, Laura Daza, aseguró que “desde el día 1, nos comunicamos con ellos, que han sido bastante amables con nosotros, por el momento, porque todavía, como no inician obras, no hay movimiento, hasta el momento todo ha ido bien. Lo que se sabe es que está en regla y básicamente, por la amenaza que significa una activación de obra al lado de un centro cultural que contiene grandes obras de arte y que en sí mismo ya es una obra de arte, en enero del año pasado hicimos el planteamiento a Bienes Nacionales para declarar la casa como monumento nacional, lo que se logró en abril de este año”.
La profesional reconoció que “no podemos prohibir que se construya un edificio en un terreno que no es nuestro, por eso, nuestro objetivo con esta declaratoria es proteger la casa (…) en el fondo, el problema que tenemos hoy con la construcción de un edificio al lado es la misma problemática que se vive a nivel país, que lo vivieron también otros centros culturales”. En esa línea, abogó por una planificación urbana en Chillán que promueva una sana convivencia, particularmente con los inmuebles patrimoniales, donde apuntó al “ruido visual” que genera una torre de diez pisos junto al torreón de cinco metros construido por el poeta para ver la cordillera”.
Recordó que le expresó al CEO de Urbani, que la empresa, antes de comprar el terreno, “debió investigar y considerar que al lado hay un centro cultural que era la casa de un Premio Cervantes”.