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Aumenta violencia en el pololeo

Agencias

Prevenir desde edad temprana es una de las herramientas que mejor resultado da para combatir la violencia de género. Expertos y estadísticas oficiales confirman que las tasas de violencia psicológica y violencia física en las relaciones afectivas entre adolescentes y jóvenes, se duplican cuando llegan a la adultez, de modo que resulta clave actuar de manera preventiva.

La última Encuesta del Instituto Nacional de la Juventud (INJUV) sobre la materia, mostró que 17,6% de las y los jóvenes que contestaron el estudio declararon haber sufrido algún tipo de violencia en su relación de pareja. Lo anterior es un incremento de dos puntos porcentuales respecto a la misma encuesta aplicada en 2018.

El estudio también muestra un panorama negativo en general: en 10 años la violencia se ha incrementado en todas las situaciones que afectan a parejas entre personas jóvenes: la violencia psicológica en 14,4%, la violencia física en 7.2%, la violencia sexual en 3,1% y la violencia cibernética en 5,7%.

La escalada en el uso de la agresión en las relaciones amorosas tiene una particularidad que se diferencia de otro tipo de conductas delictuales, donde la víctima también podría ser una mujer. Ello se manifiesta en las motivaciones que llevan a un hombre a ejercer la violencia. Estas conductas se producen tanto por una baja autoestima del agresor, que busca ejercer poder sobre su víctima, así como por inseguridad y conductas aprendidas desde la infancia, al haber sido ellos mismos víctimas de violencia doméstica.

No cabe duda que esta problemática supone una preocupación no solo para el Estado, sino que para la sociedad en su conjunto.

En ocasiones las propias víctimas minimizan las agresiones por miedo a perder a su pareja y en el caso de los más jóvenes porque llegan a considerar natural el trato agresivo.

La realidad actual ha legitimado el uso de un lenguaje mucho más agresivo entre los adolescentes en general, sin considerar los efectos que ello tiene en una futura relación de pareja y como punto de partida de acciones de mayor violencia. La poca conciencia sobre los efectos del uso de palabras ofensivas y soeces en las relaciones afectivas del pololeo, dificultan la prevención de conductas más graves en el futuro.

Dada la importancia de actuar desde la adolescencia para evitar violencia entre hombres y mujeres en la adultez, es que se debe trabajar en conjunto con la familia, los establecimientos educacionales y las autoridades, en políticas y campañas de concientización, aprendizajes de relaciones sanas y soluciones pacíficas de los conflictos.

La familia continúa siendo el lugar de mayor protección para los jóvenes, siempre que el tema se converse en el hogar, se entreguen herramientas a los padres y éstos tengan el tiempo para escucharlos e involucrarse en sus temas.

El colegio es también otra instancia de socialización de estas dinámicas de comportamiento, donde los docentes tienen que estar preparados para detectar y orientar. Y finalmente el Estado, mediante la prevención, sanción y la intervención a través de la ayuda a quienes son víctimas, son los tres factores que combinados pueden contener el preocupante aumento de la violencia desde el pololeo.

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