Share This Article
Lo que llamamos resiliencia, es un término que muchas veces se usa de comodín y que hace referencia al potencial humano de sobrevivir ante el holocausto más brutal o una tragedia que afecta, no solamente a un individuo, sino a un colectivo que transita por inconmensurables desdichas, la podemos observar en naciones asoladas por las guerras, los desastres naturales o la violencia aplicada como políticas de exterminio, conflictos armados o ante las distintas pérdidas que viven las personas; en todas ellas las fortalezas psicológicas han sido clave para reconocer ciertas condiciones en individuos y grupos humanos para volver a erguirse para aferrase a la vida con mayor fuerza y esmero.
En nuestro propio país, los efectos de la naturaleza juegan en ciertos tiempo y circunstancias desastres de magnitudes llegando incluso ser parte del sello de nuestra nación. Sin embargo, ese halo de superación se coinvierte en parte de nuestra identidad, “algo propio que desafía a cambiar el estado de las cosas” y que fuerza a vencer al azar o al pensamiento mágico como creencia u otro determinismo, es decir, a no dejarse llevar por las fluctuaciones del devenir, sino que atraer hacia sí mismo el desempeño del cambio y hacerse cargo aquí y ahora de la vida y del futuro. Es ese esfuerzo del día a día arraigado en la decisión consciente de afrontar la propia crisis y la de nuestra historia es lo que lleva a enfrentar los mayores obstáculos, aun cuando no se vea una luz en la obscuridad.
Si bien el término resiliencia aparece en conceptos de la física, este ha sido utilizado para explicar el proceso de re-establecerse en situaciones traumáticas y opera como una tremenda fortaleza ante las constricciones a las que son sometidas las personas.
La destacada académica Marisa Salanova de la Universidad de Jeume lo relaciona con esa energía para superarse luego de una caída o desastre, contribuyendo para ello poseer una actitud positiva ante el futuro y la suficiente madurez emocional ante las crisis. El afrontar las dificultades como una oportunidad de cambio ante las situaciones emergentes provee una mirada fortalecida al interior de cada persona como una forma de mejora personal y colectiva. Las crisis se validan como una posibilidad de crecimiento siempre que haya un acompañamiento oportuno y capacidades desarrolladas para generar nuevas y mejores condiciones sociales para quienes las viven.
Una mirada desde la psicología expresa que los atributos de la resiliencia son la introspección, la capacidad de observarse a sí mismo y a su entorno, la independencia para objetivar los problemas, las relaciones interpersonales para sostener la confianza a largo plazo, la iniciativa, que responsabiliza y auto exige toma de decisiones, el humor para enfrentar en forma lúdica las situaciones, la creatividad para encontrar nuevos modelos a partir de la confusión y los valores que dan trascendencia a las actuaciones personales. Entonces ¿se pueden seguir fortaleciendo tales aspectos de humanidad y elevar nuestra mirada pública y privada para seguir construyendo desde la dificultad?
Es una respuesta que deberán dar las nuevas generaciones para restablecer la confianza en las instituciones, entre las personas, en un país donde, de tanto en tanto, aparece la desesperanza y la pasividad ante la corrupción y la inseguridad.
Ricardo Bocaz Sepúlveda
Psicólogo, vicerrector UDALBA