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Quienes han soportado el drama de vivir en hogares ajenos, experimentan -al menos la mayoría de ellos- una sensación de menoscabo que atenta con potencia contra el autoestima. No importa si es donde un hermano, los tíos, los abuelos, los padres o en la casa de amigos, se está en un lugar donde nadie los quiere ahí.
“Se llora en silencio, escondida y encerrada acá en la casa de la población Zañartu, porque no soy mucho de salir a la calle”, dice Anita Muñoz, dirigente del comité de la población vecinal Flavio Flores, iniciado por la vecina del sector, Elizabeth Varela, en 2017.
Anita, para entonces vivía con sus dos hijas en la casa de quien entonces fueran sus suegros.
Relata que “una vez soñé con mi casa propia. Soñé que estaba adentro, que la estaba amueblando, que sencillamente caminaba dentro de ella. Había soñado un par de veces antes con eso, pero la última vez, cuando desperté la sensación fue totalmente distinta. Levantarse e ir a mirar el lugar donde ya pusieron la primera piedra del proyecto, fue demasiado emocionante. Fui a mirar el lugar justo en el que va estar mi casa, en el sector Alto de Ñuble, acá en Chillán”.
Será vecina de otras 298 personas, algunos que con algo más de 20 años de edad, recién están comenzando sus vidas, y otros que, con sobre los 70 años, recibirán por primera vez su propia casa.
“Se conocen muchas historias en el camino, hay gente que lamentablemente murió esperando con el subsidio en la mano, otros que pueden celebrar que les salió el subsidio a ellos y a sus hijos, por lo que serán vecinos”, explica como prefacio para comentar que “y una de las que falleció en esta espera, fue la señora Elizabeth Varela, quien inició todo esto, quien juntó a los vecinos para armar este comité. Murió en 2022 y lo que esperamos, es que al menos una de esas calles nuevas, lleve su nombre”.
Historias como estas pueden llenar bibliotecas enteras para quienes quieran escucharlas, especialmente por el desarrollo cuantitativo y cualitativo que en los últimos años experimentaron las autoridades del Ministerio de Vivienda y Urbanismo y la dirección del Serviu en Ñuble.
Entre el 2023 y lo que va del 2024 ya completaron los proyectos del Conjunto Habitacional Nueva Esperanza, en San Carlos, que con sus 373 casas es el más grande de Ñuble; otros 190 departamentos para el comité Nuevo Amanecer, de Chillán Viejo; 144 casas en la villa La Victoria, de Bulnes; 128 viviendas en la villa República, y 124 en la villa Yungay, ambas de la comuna de Yungay; y otras 108 para el comité Construyendo un Sueño MTV, de Chillán.
El secretario regional ministerial del Minvu, Antonio Marchant, explica que “en Ñuble, a la fecha llevamos un 76,3% de avance, en materia de viviendas terminadas, cifra que es superior a la que existe en el plano nacional, y que alcanza un 47,4%. Nosotros ya llevamos, desde el inicio de nuestra administración un total de 5.005 casas, y nuestra meta es dejar terminadas 6.557, aunque esa es nuestra meta inicial, porque si podemos superar el 100%, lo haremos”.
Las claves del proceso en Ñuble
¿Cómo se logró avanzar en estos años, como nunca antes se progresó en este llamado Plan de Emergencia Habitacional?
Marchant explica que, en primer lugar, dentro del plan presentado por el ministro Carlos Montes, se determinó contar con un indicador concreto y real de las viviendas que se requería en el país, para lo que se consideró la cifra arrojada por el Censo del 2017, de 650.000 casas o departamentos faltantes en Chile, y para el caso de Ñuble, la falencia era de 9.309.
El mandato para la región, que en adelante impone metas por comunas, fue en consecuencia la de entregar de manera física esas más de 6 mil 500 viviendas, “y ya no solo quedarnos con la entrega de subsidios, porque desde el momento en que se entrega a una persona ese documento, y el momento en que se le entrega su casa, pueden pasar muchas cosas y al final se pierde un poco ese proceso”, advierte el seremi.
Por otro lado, el Plan de Emergencia Habitacional, al ser una ley, obliga a las direcciones y servicios asociados darle urgencia a cualquier tramitación que desde la seremi se exija en este proceso, como por ejemplo, aquellos asociados a la DGA o a las de carácter sanitario, lo que ayudó a destrabar muchos proyectos que se encontraban destacados por años. De hecho, hay registros de familias que llevaban más de 10 años, con el subsidio en la mano, pero aún sin casas.
Otro obstáculo que se pudo superar fue el del alza del costo de los insumos de construcción que se generó en épocas de pandemia, lo que para muchas empresas constructoras fue un impedimento insuperable.
“Lo que hicimos fue inyectar más recursos a los proyectos que ya estaban en ejecución, para evitar que se paralizaran las obras. Esto requirió acuerdos, negociaciones, mesas de trabajo con las empresas y una gran cantidad de gestiones, pero al menos pudimos concluir muchos de los proyectos que se encontraban en la región, a medio morir, saltando”, afirmó Marchant.
Otra herramienta que ayudó a darle celeridad a la urgencia, fue la creación de la Ley Miscelánea, que permitió que se comenzara a optar por el proceso de industrialización de las viviendas, el que no requiere del permiso de edificación ni recepción de obras, recortando considerablemente el tiempo de las tramitaciones.
Sin embargo, el elemento diferenciador que puso a Ñuble sobre el promedio nacional en materia de entrega e inicio de proyectos, fue la estrategia empleada para conseguir los terrenos de emplazamiento de esas viviendas.
Hasta entonces, comprar un paño en Chillán era más costoso que en cualquier otra comuna de la región.
“Ahora se hizo un subsidio único, para todos lados, lo que motivó a que muchos proyectos en comunas, empezaran a tener vialidad, como el megaproyecto de San Ignacio, de 340 viviendas y que se encuentra en proceso de revisión por parte del Serviu. Hace más de 25 años, que no se construían proyectos habitacionales en esa comuna”, apuntó el titular regional del Minvu.
Otro ejemplo, fue la compra de un terreno para el proyecto Nuevo Horizontes 2, para 270 familias de esa misma comuna, y que estaba estancado por no contar con un lugar, desde el año 2015.
Los ejemplos se repiten en El Carmen, en Pemuco, en Campanario y en Yungay.
Otros terrenos se adquirieron mediante un convenio con el Gobierno Regional, “como un proyecto que llevaba 15 años esperando en la comuna de Chillán, de 298 viviendas en el sector de Quilmo”, puntualizó.
Comunas con poca población
El que las metas sean comunales, impide que, por ejemplo, se cumpla la tarea construyendo muchas en una ciudad y pocas o ninguna, en el resto de la región.
Sin embargo, en Ñuble, hay comunas que tienen el gran inconveniente de la sequía hídrica, traba en ocasiones insuperable en la consecución de la aprobación técnica del proyecto.
Aunque, hay otras ventajas en el resto de las comunas rurales, como el que muchos de los postulantes ya contaran con un terreno propio, en comunas como Ninhue, o en otras del secano costero, se ha debido financiar plantas de tratamiento, plantas elevadoras de aguas servidas, de extracción de agua potable, o la instalación de APR que cuenten con factibilidad de arranques suficientes.
“No hay proyectos imposibles, pero hay proyectos caros. En esos casos se debe buscar gestionar el financiamiento con otras entidades para tener la viabilidad de un proyecto”, concluyó el seremi.
Para Roberto Grandón, director regional del Serviu, las complejidades propias del secano “son un temazo”.
Lo grafica diciendo que en Biobío “siempre me encontraba con camiones forestales, pero acá me encuentro con camiones aljibe”.
Por esta misma razón, en la costa de Ñuble cuenta con pocos proyectos habitacionales, la demanda tiende a ser individual más que colectiva y cada vez que se presenta un proyecto grande, en una zona con problemas de agua, se detiene hasta superar la factibilidad de contar con un APR.
“Pero con eso no basta, porque una vez que el proyecto se aprueba y se financia, se conectaron de manera irregular, otras 300 personas al APR y ya no hay factibilidad”, advierte. “Esto lo hemos ido superando con la generación de obras sanitarias y de agua, adicionales”.
Las casas y los equipamientos
Para evitar repetir los errores de planificación de años anteriores, el Plan de Emergencia Habitacional contempla la creación de espacios verde-urbano, como plazas o parques, los que varían de acuerdo a la densidad de habitantes. Por ejemplo el área verde mínima exigida para un loteo de hasta 70 habitantes por hectárea, es de 10 metros cuadrados por habitante.
“Para loteos más grandes, por ejemplo del orden de los 500 habitantes por hectárea y con espacios interiores de las viviendas son pequeños, las áreas verdes mínimas totales exigidas son entre 1,5 y 1,1 metros cuadrados por habitante”, apunta Grandón.
El titular del Serviu, especifica que como normativa general la mayoría de las viviendas en proyectos DS49 deben cumplir la norma del Plan de Descontaminación Ambiental, lo que exige materialidad de eficiencia térmica, como la construcción con ventanas de termopanel y se han entregado departamentos que siguen la línea constructiva en tabiquería, madera revestida y hormigón armado.
“Hay modelos destinados para familias regulares, numerosas y además para aquellas familias en las que uno de sus integrantes acredite alguna discapacidad con y sin movilidad reducida, superficies que van desde los 40 hasta los 60 metros cuadrados, como la villa república Yungay y la victoria de Bulnes”.
Por otro lado, se realizó un proyecto en el país, de modalidad CNT DS49, el que alcanzó a la comuna de San Nicolás (Villa Lomas de Puyaral) con avance a la fecha de un 52% en base a procesos industrializados, lo que se espera repetir en otros sectores de la región.
“Con esto mejoramos eficiencia, costos y aceleramos los tiempos de construcción. Una villa con más de 80 casas bajo esta modalidad demora en construirse menos que la construcción tradicional que tarda un año y medio a dos años”, concluye el director.
Finalmente, respecto a las dimensiones interiores, desde el Serviu ejemplifican con los casos de Lomas de Puyaral (41 viviendas) con casas de 50,7 metros cuadrados; 37 viviendas de 61,6 metros cuadrados, para familias numerosas; y seis viviendas para personas con movilidad reducida de 64,3 metros cuadrados.
Respecto a las casas industrializadas, debido a que la construcción comienza en las fabricas, y no en terreno, el Serviu puede realizar las fiscalizaciones de control, del mismo momento en que se comienzan a crear.
“Esto nos ayuda a tener una garantía mayor de la calidad de lo que estamos comprando”, explica el director.
También se destaca una construcción más limpia y ecológica de este tipo de estructuras, “lo que nos ayuda incluso a reducir la huella de carbono. Por lo demás, a diferencia de otras obras que dejan mucho residuo, la fabricación de casas industrializadas, no dejan residuos en lo absoluto”.
El proceso de postulación
El paso a paso de postulación parte con las familias creando un comité por las similitudes que tienen, entre sí, de acceso a una vivienda. No puede postular nadie que haya tenido un subsidio asignado con anterioridad ni a su nombre ni al de un cónyuge o pareja.
Los comités no pueden tener menos de 30 personas y no pueden tener más de 299; luego deben buscar a través del municipio o a través de la ayuda de Serviu o de la Seremi, el listado de entidades patrocinantes que pudiesen ayudarlos en la conformación de su proyecto de vivienda.
Las entidades patrocinantes son quienes también contactarán a los constructores y presentarán las carpetas de proyectos para ser evaluadas por el Serviu.
Junto con los representantes de los comités, deben llegar a un acuerdo con estas entidades privadas (las constructoras), quienes se harán cargo de los diseños y la construcción. Los terrenos adquiridos, deben cumplir con las factibilidades técnicas de agua, de alcantarillado, de acceso a una vía principal y de energía eléctrica.
Anita Muñoz recuerda: “yo postulé muchas veces de manera individual, pero nunca pude acceder al beneficio, porque siempre me faltaba un punto para llegar. Y me fui encontrando con muchas personas que pasaron por lo mismo. Por eso, un día decidí probar ingresando al comité”.
Sin embargo, muchas personas que iniciaron el proceso, se desmotivaron y abandonaron el proyecto.
Quienes siguieron adelante, tuvieron que pagar entre 30 y 35 UF, “e iniciaron las obras, ahora el 23 de mayo, con la Constructora Manzano. Las casas son muy lindas, y el barrio también está quedando muy bien. Solo espero el día en que me entreguen las llaves”, comentó.