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Este sábado 29 de junio se conmemora un nuevo aniversario de la Reserva de la Biósfera “Corredor Biológico Nevados de Chillán-Laguna del Laja”, declarada en 2011 por la Unesco como un espacio de importancia y relevancia nacional por su biodiversidad y ecosistema.
Es la reserva de la biósfera más reciente en Chile y este 2024 cumple 13 años desde su instauración. Posee 565.807 hectáreas de extensión, distribuidas entre la región de Ñuble y Biobío, pasando por comunas como San Fabián, Coihueco, Pinto, El Carmen, Pemuco y Yungay.
El objetivo principal de este corredor es proteger importantes cuencas hidrográficas y ríos, junto con la flora y fauna de la zona. Es por eso que durante los últimos años han sido varios los esfuerzos por seguir protegiendo esta zona. Y además, la mirada busca darle otros usos con un enfoque sustentable y en beneficio de las propias comunidades que residen en este corredor.
Como hito relevante, en 2019 se creó el Plan de Gestión de la Reserva, basándose en diversas iniciativas y el trabajo colaborativo con entidades como la Universidad de Concepción, casa de estudios que trabaja por lograr dicho enfoque.
Algo que releva Pablo San Martín, jefe de la División de Planificación del Gobierno Regional de Ñuble, explicando que este espacio brinda recursos naturales únicos.
“Este trabajo se basa en una extensa labor territorial que se desarrolla desde mediados de los años 70, estudiándose en su biodiversidad con resultados bastante importantes en términos de la riqueza en el territorio cordillerano”, explica San Martín.
Además, destaca que existe “bastante biodiversidad, allí se conservan los recursos naturales en su estado de mejor conservación, que son vitales para la provisión de agua, y el bosque nativo que hay en la cordillera de los Andes genera un verdadero embalse natural, por decirlo así”.
San Martín indica que el desafío, por un lado, es conservación, pero por otro que sea un “verdadero laboratorio de desarrollo sustentable”.
En este punto menciona que puede haber un beneficio económico y un “aprovechamiento de los recursos”, pero de manera que las comunidades “realmente se vean beneficiadas por la explotación de esos recursos y que dicha explotación se haga de manera conservativa”, aclara.
“Eso quiere decir que dichos recursos puedan estar disponibles para las generaciones futuras y ese es un trabajo de larguísimo plazo”, afirma San Martín.
Protección del huemul
El hito que comenzó a marcar la creación de las reservas y los santuarios de la naturaleza en la cordillera de Ñuble fue la existencia del huemul en esta parte de Chile. “El huemul de Ñuble es una colonia que es una verdadera isla, más al norte no hay, y mas al sur tampoco, hasta la Patagonia”, resalta San Martín.
“Los esfuerzos se centran en que no extingamos la especie de su hábitat en Chile central, que es único. No hay mucho conocimiento y el hábitat ha sido fuertemente intervenido, con infraestructura, con subdivisiones prediales, con proyectos o la invasión de perros asilvestrados”, remarca el directivo.
Aun así, las acciones de protección han sido importantes y se estima que actualmente hay cerca de 60 a 80 huemules viviendo en Ñuble. De manera periódica, incluso, la Corporación Nacional Forestal (Conaf) de la región libera imágenes de apariciones de esta importante especie.
Esto a través de diversas cámaras trampa, algunas de ellas gestionadas a través de los programas FIC y que apoyan el monitoreo del huemul y otras especies.
Programas y gestiones
Desde el Gobierno Regional se mandatan los programas FIC de Gestión Ambiental Sustentable y Fomento Productivo y Desarrollo Territorial, los cuales los ejecuta la UdeC.
Gerardo Azócar, director del Programa Gestión Ambiental Sustentable de la UdeC, sostiene que ya van por el segundo año de estos programas FIC.
“Hemos trabajado en varios componentes con las comunidades, como la conservación del huemul, la gestión de los residuos sólidos y todo lo que tiene que ver con el apoyo a las diversas comunidades en la reserva. Esto en temas de desarrollo productivo y apoyo en el trabajo de productos tradicionales que realizan en la cordillera”, sostiene Azócar.
Destaca que, entre los productos, se pueden encontrar la avellana o la miel. “Se han hecho actividades bien interesantes, como una feria costumbrista en Las Lumas, en la comuna de Coihueco”.
“Es una comunidad que tiene varios problemas, pero tiene un potencial bien importante, que se basa en sus tradiciones. Pudimos realizar esa feria en enero, poniendo en valor lo que la gente hacía”, comenta Azócar.
Este tipo de actividades son las que se realizan con las comunidades, enfocados en resaltar los productos y la propia historia de cada localidad inserta en la reserva. Se estima que son cerca de 8.000 personas las que residen en este corredor.