Invertir en patrimonio
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Se ha celebrado una vez más el día del patrimonio con masivas visitas de la gente a edificios, instalaciones y espacios de valor patrimonial. El creciente interés de los ciudadanos por reencontrarse con sus raíces e identidad, desmiente a quienes califican o descalifican a los defensores del patrimonio, como una élite presa de la nostalgia por el pasado. Por el contrario, este interés masivo y popular se vincula directamente con el significado de la palabra patrimonio. Esta viene del latín “pater”, que significa “padre”, por lo que la expresión “patrimonio” es lo que me pertenece, es parte de mi identidad.
Es el caso de Chillán, una ciudad cuya historia en sí misma es un notable patrimonio intangible y que se transforma en tangible por sus edificios, por la extensa colección de casas de arquitectura modernista y también por sus expresiones artísticas y culturales.
Pero el patrimonio no siempre le pertenece a quienes nos sentimos parte de la identidad e historia de un territorio del cual somos parte indisoluble.
El patrimonio de Chillán hoy está en riesgo, paulatinamente se ha ido convirtiendo en una gigantesca playa de estacionamiento, y día a día vemos cómo esa nueva y moderna ciudad que emergió desde las ruinas en 1939, lentamente va desapareciendo.
Los argumentos de que la preservación a ultranza de dicho patrimonio afecta el desarrollo y el crecimiento de la ciudad, pues afectaría la plusvalía y la inversión, carecen de sustento en el mediano y largo plazo.
Una ciudad amable, que conserve su escala, con espacios públicos de calidad y con un patrimonio no solo bien conservado, sino que además bien gestionado, hará de ella una ciudad sustentable. Y eso atrae finalmente a las personas, a los servicios, al comercio y a instalaciones que generan un desarrollo económico permanente.
Y ese es el gran desafío que nos plantea este Chillán Nuevo, el que nace en 1939. Modificar la normativa parece urgente para dar espacio a políticas y acciones que permitan detener el manifiesto deterioro del casco histórico, donde se encuentra la mayor concentración de patrimonio arquitectónico, para recuperar dicho patrimonio y hacerlo rentable.
Ese es el gran desafío de estos tiempos, cambiar -en materia de intervención y recuperación del patrimonio- el concepto de gasto por el de inversión. Y esta es una responsabilidad no solo del Estado sino que de manera relevante también del mundo privado, que debe migrar de una mirada cortoplacista a una de mayor perspectiva en el tiempo.
Invertir en patrimonio y gestionarlo eficientemente sigue siendo una oportunidad en este Chillán resiliente, hoy capital de una región que nace fundada en su identidad cultural y patrimonial.
Chillán tiene una historia como pocas ciudades en el mundo, un relato único y un patrimonio tangible e intangible que a quienes no son parte de nuestro territorio les parece inagotable. Tenemos que hacernos cargo de ello, somos parte de esa historia.