Señor Director:
Los elevados índices de violencia, delincuencia y homicidios, así como la proliferación de una gama de delitos más violentos, ligados a organizaciones criminales, es un escenario sin precedentes en el país. En muchos aspectos, pareciera ser que como sociedad hemos olvidado las condiciones básicas de lo que significa vivir en comunidad, que para muchos es posible transgredir todos los límites e ignorar el valor de la vida humana. En términos del filósofo Thomas Hobbes, nos encontramos con variables que nos acercan al borde de un Estado de naturaleza, dónde se genera una guerra de todos contra todos y la seguridad es inexistente.
Uno de los ingredientes para este escenario, es que hace sólo un par de años sectores importantes de nuestra sociedad validaron la violencia y el odio irracional contra los uniformados, en el contexto del “estallido social”. La máxima expresión de esto fue el “perro matapacos”.
En estas últimas semanas hemos visto cómo el avance del crimen organizado ha tomado la vida de carabineros que cumplían con su compromiso de defender el orden civil. Por esto el brutal asesinato de tres funcionarios uniformados en Cañete es tan doloroso, porque no sólo impacta desde lo emocional, sino que lleva a cuestionar qué estamos haciendo como país para evitar que esto se repita o se transforme en parte del paisaje. ¿Defenderemos con decisión sus derechos humanos? ¿Los protegeremos también a ellos de los terroristas y los criminales?
Es necesario que resguardemos adecuadamente la labor de Carabineros, su rol dentro del estado de derecho, así como su humanidad y dignidad como personas, antes de que la falta de medidas drásticas contra los violentistas comprometa definitivamente nuestro futuro.
Constanza Escobar Cárdenas
Directora de Administración Pública U.del Alba.