Un debate necesario para la ciudad
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Es ampliamente conocido el déficit de planificación que ha sufrido Chillán, privando a la ciudad de buenos instrumentos rectores del territorio que consideren la necesidad de crecer, pero sin que ello signifique un deterioro de la calidad de vida de sus habitantes.
En esta materia el instrumento más importante es el Plan Regulador que, por distintas razones, no ha considerado un fenómeno cada vez más acentuado en la capital de Ñuble, como es el despoblamiento del centro.
El perímetro formado por las cuatro avenidas se ha transformado en un polo de servicios, lo que ha privilegiado la ocupación de inmuebles para el comercio y los servicios, desplazando la vocación habitacional hacia la periferia.
Este fenómeno ha presionado al alza el valor de los terrenos en dicho sector y ha forzado el crecimiento hacia la periferia, lo que en la práctica significa aumentar el tamaño de la ciudad en extensión, con las conocidas consecuencias en la movilidad y el transporte, pues la vialidad no ha ido a la par de esa expansión. Por el contrario, es absolutamente deficitaria.
Por razones de mercado, las constructoras privilegian el desarrollo de proyectos en los suburbios, donde el valor del suelo es más bajo y existen terrenos disponibles, mientras que el mayor costo de transporte lo asumen los habitantes. De hecho, el Plan Regulador vigente da cuenta de esa presión de las inmobiliarias, al extender la superficie urbana, es decir factible de ser construida, en las zonas norte, oriente y poniente. Es por lo anterior que urge implementar un plan de recuperación del centro, donde la autoridad pueda complementar los incentivos que provienen del mercado. Por ejemplo, el proyecto Paseo Los Héroes que pronto será inaugurado, simboliza no solo la renovación de la esquina 18 de Septiembre con Libertad, que estuvo muchos abandonada tras su colapso por el terremoto de 2010, sino también la llegada de la primera gran inversión en el cuadrante céntrico de la ciudad (36 millones de dólares) y una nueva etapa en lo que respecta a la construcción en altura, pues sus dos torres tendrán 70 metros y serán las más altas de Chillán y de la nueva región.
Pero como éste, hay decenas de otros proyectos que se están materializando. Se trata de nuevos edificios que han recibido permisos municipales de construcción y que se están ejecutando con distinto grado de avance, lo que podría complementarse con la extensión del área de renovación urbana y subsidio a todo el perímetro céntrico, como han planteado varios arquitectos y urbanistas locales.
Claro que también hay otros arquitectos y urbanistas que piensan distinto, y les preocupan diferentes temas que también deben entrar en la conversación, como son la conservación del patrimonio arquitectónico moderno y la congestión vehicular que puede generar la concentración de población en un red vial muy estrecha y antigua.
Por eso ahora que entró en vigencia el nuevo Plan Regulador Intercomunal de Chillán-Chillán Viejo (PRICH), la municipalidad puede discutir cómo conservar adecuadamente el patrimonio que nos otorga nuestra identidad como ciudad, al igual que el repoblamiento del centro, la presión por el uso de suelos en la periferia y el creciente uso de las vías estructurantes, entre otros temas que están definiendo la ciudad que tendremos en las próximas décadas.