El crecimiento demográfico de Chillán está presionando cada vez más por el uso de suelo para el desarrollo de proyectos inmobiliarios, lo que se ha traducido en un crecimiento en proyectos de altura, como también de viviendas que han extendido el límite urbano de la ciudad, con los costos que ello significa, por ejemplo, en tiempos de desplazamiento y calidad de vida.
A ello hay que agregar que este crecimiento en extensión se ha producido con el mismo carácter segregacionista que se observa en las demás ciudades del país, donde las políticas públicas poco han podido hacer para evitar la segregación social del territorio.
Desde una perspectiva verde, el asunto no es mejor. Chillán, es una de las ciudades de Chile con menor cantidad metros cuadrados de parques y jardines por habitante, con 1,7 metros cuadrados, muy lejos de los 9 metros cuadrados por habitante para recién alcanzar el nivel recomendado por la Organización Mundial para la Salud.
Este complejo escenario urbano de Chillán es el resultado de la ausencia de instrumentos de planificación, pero también del triunfo de las consideraciones económicas por sobre las urbanas y de la exclusión de los especialistas y los propios habitantes de la ciudad, en decisiones que les afectan directamente.
Esta combinación ha causado numerosos problemas, como el encarecimiento del transporte, el aumento de los tiempos de viaje, la saturación de la infraestructura vial ligada a la congestión vehicular, problemas de conectividad entre los distintos sectores de la ciudad, el despoblamiento del centro, la destrucción del patrimonio arquitectónico modernista, la segmentación espacial y la carencia de áreas verdes y de equipamiento en las nuevas áreas de crecimiento.
Así como no se puede aprender de democracia, sino en el ejercicio democrático de la misma, ¿cómo se podría adquirir una cultura urbana si no es haciendo urbanismo? A este enfoque se ha denominado urbanismo ciudadano, participativo o político, básicamente porque se funda en la idea de que es imposible pensar, estudiar, investigar, debatir, intervenir o vivir un fenómeno -la ciudad- sin ser parte del mismo.
En consecuencia, no existe una contradicción entre la necesidad de participación en el debate público y el proceso de aprendizaje colectivo y ciudadano de los distintos actores que viven en Chillán. Contar con la opinión de la ciudadanía nos permite medir cómo vamos en el aprendizaje de nuestra ciudad. Lo interesante no es el resultado formal sobre la ciudad densa o extendida, sino la forma del debate y la vinculación con la toma de decisiones públicas, ya que es el procedimiento lo relevante. Es decir qué, quiénes, cómo, cuándo y para qué se discute y las decisiones públicas que conlleva el debate. Esto es lo que determinará el tipo de urbanismo del cual seremos portadores como ciudadanos.