Señor Director:
Luego de que se hiciera público que una familia de acogida tomó la compleja decisión de vivir en la clandestinidad para evitar la repentina desvinculación de su niña para transitar a una familia adoptiva, quisiéramos señalar lo siguiente. Como institutos y centros de familia, comprendemos la importancia de respetar los procesos señalados por la legislación vigente y los protocolos que de ella emanan. Sin embargo, nos parece prudente que en dichos procesos se revise la relevancia con que se considera a las familias de acogida, que dan cuidado y protección al niño vulnerado por un período transitorio.
En este sentido, pareciera importante dar mayor cabida a la opinión de dichas familias respecto a los detalles del proceso de desvinculación, entendiendo la cercanía que tienen con el niño y, por tanto, la comprensión de las consecuencias que podrían tener en él o ella una desvinculación ejecutada de forma abrupta.
En esta misma línea nos parece pertinente dar mayor y mejor regulación a la trayectoria de protección del niño, que señale criterios amplios pero claros en sus distintas etapas. Entendiendo que cada niño es una realidad distinta, y por tanto no se pueden prever todas las circunstancias, tampoco parece virtuoso dejar estas importantes decisiones a la discreción de algunas personas, sin considerar a todos los actores involucrados – incluyendo al niño –, dado que esto genera una gran incertidumbre que podría repercutir negativamente, de forma directa o indirecta, en el niño que pretendemos proteger.
Maite Cereceda Martínez, Jimena Valenzuela Del Valle, Juan Pablo Faúndez Allier