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Agua y subdesarrollo

La tarea más urgente que tiene la región de Ñuble es el acceso al agua, tanto al agua para riego como al agua potable. Una necesidad estratégica de una región nueva, una deuda pendiente que la escisión de Biobío hace cinco años aún no ha logrado saldar, un deber moral de los políticos que van a los campos a buscar votos y luego se desentienden de sus problemáticas, la palanca que la economía local necesita para despegar, un tema que debiera ser la primera prioridad de las autoridades de Ñuble.

Lamentablemente, la región ha debido enfrentar una seguidilla de crisis y emergencias que han obligado a volcar la atención en lo urgente, postergando lo importante. El estallido social de 2019, la pandemia, la recesión económica, los incendios forestales y las inundaciones han exigido enfocar los esfuerzos y recursos en medidas de respuesta.

En Ñuble hay más de 100 mil hectáreas agrícolas que podrían acceder a seguridad de riego del 85% si se construyen los largamente esperados embalses La Punilla, Chillán y Zapallar. Sin embargo, errores no forzados y falta de voluntad política han demorado su concreción. 

En la región con la tasa de ruralidad (31%) más alta del país los temas del mundo rural no siempre son prioridad, por lo que la brecha de acceso a servicios básicos sigue siendo un factor de subdesarrollo para la región con la tasa de pobreza (12,1%) más alta de Chile.

Hoy, en los campos de la región, el acceso al agua potable es la variable que marca la diferencia entre un emprendedor formal y un informal, de hecho, es un requisito para la obtención de la resolución sanitaria de una sala de procesos o de un restorán. Dado que la informalidad limita la posibilidad de crecer, el emprendedor que no tiene agua potable está condenado al estancamiento y la pobreza; en cambio, el que ya está formalizado puede acceder a los mercados formales y a mejores precios, a financiamiento y a apoyo del Estado.

Según datos de la Encuesta Casen, hay 25 mil hogares (85 mil personas) en Ñuble sin acceso a agua potable. Se abastecen de pozos, punteras o vertientes, o bien la reciben en camiones aljibe, una modalidad que se hizo indispensable para más de 8 mil familias como consecuencia de la megasequía y el agotamiento de los acuíferos subterráneos.

Sería injusto, sin embargo, desconocer los cuantiosos recursos dispuestos en los últimos años, así como el esfuerzo de funcionarios públicos y dirigentes sociales, por llevar a miles de hogares una solución a través de los sistemas de agua potable rural, hoy servicios sanitarios rurales (SSR).

Desde la creación de la región se definió la ampliación de la cobertura de agua potable en zonas rurales como una de las prioridades de la gestión de la entonces Intendencia, así como del Gobierno Regional y también del Ministerio de Obras Públicas; ello ha permitido la construcción de pozos, plantas y redes, que en muchos casos sumaban más de una década de espera, llevando así dignidad al campo.

Gracias a ello, hoy Ñuble cuenta con 236 SSR, con 50.149 arranques construidos que permiten llegar con agua potable a 151 mil personas. A ellos se sumarán, durante la actual administración, 3.238 arranques (cerca de 10 mil personas), lo que representará una inversión de $22.170 millones.

Pero todavía es insuficiente. A pocos días del quinto aniversario de la creación de la región es oportuno preguntarnos si se están cumpliendo nuestras expectativas. Claramente, para 85 mil ñublensinos todavía no es tiempo de celebrar.

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