La problemática del rezago salarial que sufre Ñuble ha quedado una vez más expuesto en la última entrega de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen).
El estudio realizado por el Ministerio de Desarrollo Social y Familia con colaboración de la Universidad de Chile, trajo buenas noticias a nivel país, pues la pobreza por ingreso pasó de un 10,7% a un 6,5%, la mayor caída en base a los datos que se tienen desde el año 1990.
Lamentablemente, no ocurrió lo mismo con nuestra región, que pese a mostrar una mejoría respecto a las mediciones de 2020 (14,9%) y 2017 (16,2%), registró la tasa de pobreza por ingresos más alta en el país, superando a La Araucanía (11,6%).
La escasa diversificación de la matriz productiva local asoma como un factor determinante para este resultado, pues la brecha salarial proviene principalmente de las dos ramas que concentran la mayor fuerza laboral de la Región, pero menor formación, como son el comercio y la agricultura. Y bien sabemos que el trabajo poco calificado es siempre sinónimo de bajas remuneraciones.
Pero el análisis no estará completo si no se analiza el problema con una mirada intrarregional, pues a la preocupante brecha que exhiben los salarios de los trabajadores de Ñuble respecto del resto del país, se suma además el rezago salarial que se observa en las provincias de Itata y Punilla respecto de Diguillín, que incluye a la comuna de Chillán y que concentra el 70% de la población regional.
Tanto Itata como Punilla muestran un evidente rezago salarial en casi todos los sectores, como comercio, industria, transporte y administración pública, incluso en la agricultura.
Como factores en común del rezago salarial de Itata y Punilla se pueden mencionar la escasa diversificación de su matriz productiva y baja agregación de valor de su producción, lo que está asociado a una menor calificación de su capital humano, ya que sus principales actividades económicas están orientadas a labores extractivas, como los sectores agropecuario y forestal, con un menor protagonismo de la industria y los servicios, a diferencia de lo que ocurre en Diguillín.
Lo anterior demanda una necesaria discusión sobre el riesgo de replicar las inequidades que se observan a nivel nacional y que fue uno de los argumentos que se esgrimieron para defender la creación de la Región de Ñuble, una discusión que es muy oportuna en esta etapa en que la región cumple sus primeros 5 años de vida independiente y se encuentra actualizando su estrategia regional de desarrollo, identificando las áreas prioritarias que se potenciarán desde las políticas públicas.
A partir de esta constatación es que resulta fundamental trabajar por reducir las brechas salariales, nivelando hacia arriba, esto es, promoviendo desde el sector público estrategias que apunten a diversificar la matriz productiva con una perspectiva de innovación, agregación de valor y sustentabilidad, para lo cual es clave elevar la calificación del capital humano y generar las condiciones que favorezcan inversiones en nuevos rubros competitivos.