El verano pasado fue considerado la peor temporada para las exportaciones de fruta fresca de Ñuble: la crisis logística no solo encareció los costos e hizo muy difícil encontrar contenedores y barcos disponibles, sino que también se tradujo en enormes retrasos que afectaron notablemente la calidad de la fruta, y en consecuencia, castigaron su precio. De hecho, la mayoría de los productores locales de cerezas y arándanos tuvieron resultados negativos.
Los retrasos se observaron en toda la cadena logística, desde la cosecha, donde había menos mano de obra; pasando por la industria, donde se generaron cuellos de botella por la concentración de la fruta en periodos acotados; en los puertos chilenos, donde la fruta, pese a ser perecible, no es priorizada en el embarque; hasta los puertos de destino y recibidores, que vivieron un colapso. Eso significó que la fruta, en muchos casos, no tardó 20, sino 30 ó 40 días en llegar a destino.
Para enfrentar la temporada que ya se inicia, representantes del sector exportador y del Gobierno están trabajando en la coordinación con autoridades de algunos mercados de destino, como China, para resolver con prontitud cualquier problema que se presente. Del mismo modo, el Ejecutivo anunció un proyecto que busca priorizar el embarque de productos perecibles en los puertos chilenos.
Sin embargo, para los productores frutícolas desde Ñuble hacia el Sur existe el problema adicional de la falta de capacidad de procesamiento, lo que obliga a enviar la producción a plantas ubicadas desde Maule hacia el Norte, para posteriormente embarcar en los puertos de la región de Valparaíso, lo que, desde el punto de vista logístico constituye un factor de ineficiencia.
En ese sentido, existe interés a nivel local por contar con plantas exportadoras en Ñuble, que tengan la capacidad para procesar cerezas, arándanos, manzanas, kiwis, avellanas y nueces, entre otras frutas, no solo cosechadas en Ñuble, sino que también en el Sur. Y, de esa forma, aprovechar la ventaja de la cercanía de los puertos de Biobío para ahorrar tiempos valiosos para algunos productos, pero también costos de transporte.
Lamentablemente, en Ñuble no se han concretado inversiones de ese tipo en los últimos años, salvo la futura planta para procesar avellanas europeas en Ñiquén. La incertidumbre generada por el contexto nacional e internacional, las limitaciones de la infraestructura de transmisión eléctrica, el encarecimiento del crédito y las expectativas de retorno de los inversionistas, permite explicar, en parte, esta brecha.
Sin embargo, con los incentivos adecuados se podría fomentar el desarrollo de la industria agroexportadora en la región, con un objetivo estratégico que va mucho más allá del beneficio de los productores, sino que, en línea con la Estrategia regional de desarrollo, apuntar a potenciar un polo agroindustrial en Ñuble. Desde esa perspectiva, implementar franquicias tributarias, como una zona franca agroindustrial de exportación; o fomentar la asociatividad de los productores, con herramientas de apoyo estatal, para conformar empresas asociativas que procesen y exporten la fruta, son algunas de las propuestas que esperan ser levantadas por los liderazgos locales.