El Consejo del Banco Central (BC), en su reunión de Política Monetaria, decidió de manera unánime elevar en 50 puntos base la tasa de interés, dejándola en el 11,25%. En su análisis, publicado ayer, el instituto emisor concluye que “las perspectivas de crecimiento mundial y las condiciones financieras internacionales se han deteriorado”. Lo mismo hizo la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo (Unctad), que en su informe anual, publicado la semana pasada, prevé un crecimiento de la economía global de un 2,5% en este año y de 2,2% en 2023. Para esta entidad de la ONU, el mundo “caerá en una recesión global y estancamiento prolongado”, a menos que los países industrializados cambien el curso de su endurecimiento en el manejo de las tasas de interés. Lo mismo que está haciendo Chile.
Estas perspectivas sombrías sobre el desempeño económico global se sintonizan con los pronósticos de distintas organizaciones multilaterales y centros de investigación. El Banco Mundial, por ejemplo, estima un aumento del PIB mundial en 2022 del 2,9 por ciento y de 2,4 por ciento para 2023. La región latinoamericana tampoco se salva de esta reducción en el ritmo de la reactivación pospandemia: la ONU pronostica 2,6 por ciento para este año y 1,1 por ciento para el próximo.
En el transcurso de 2022, este deterioro de las condiciones económicas mundiales ha venido recrudeciendo. A las consecuencias de la crisis del covid-19 sobre las cadenas globales de suministro, se sumaron las imparables presiones inflacionarias en todo el planeta y los efectos nocivos de la guerra rusa en Ucrania. Según la Ocde, la invasión de Putin se traducirá a final de 2023 en más de 2,8 billones de dólares de producto económico perdido.
Estados Unidos, la principal economía del mundo, oficializó su entrada a la recesión técnica el segundo trimestre de este año. En septiembre, las economías europeas registraron una ralentización de sus actividades productivas, mientras que el dólar gana fortaleza incluso ante divisas como el euro y la libra esterlina.
Chile no es ajeno a estas tendencias globales. Si bien Hacienda valoró positivamente el menor ritmo de alzas que anotaron los precios al consumidor en septiembre, y marcar su primera desaceleración en 18 meses, las perspectivas para 2023 no son buenas.
Según el Fondo Monetario Internacional, Chile será el único país de la región que anote un retroceso de su Producto Interno Bruto. El mismo pronóstico hizo el Banco Mundial la semana pasada en su proyección para América Latina.
El manejo de la política económica del Gobierno deberá incorporar este complicado entorno internacional en sus decisiones, con miras a un preocupante 2023, donde proteger las fuentes de crecimiento se convertirá en una tarea crucial.
Sabemos que la inflación es el impuesto más perverso sobre las personas de menores ingresos, pero también sabemos que subir las tasas de interés desacelera la economía e impacta el empleo; y a menor empleo, mayor pobreza. No importa cual lado de la ecuación se tome o de que lado se ubique uno, siempre se enfrentará con el hecho que los pobres y vulnerables serán los principales afectados.