La identificación de una nueva variante del SARS-CoV-2 en Sudáfrica y que se ha diseminado en los 5 continentes, con presencia en más de 50 países, va camino de ser la dominante en el mundo debido a su mayor capacidad de transmisión. La Organización Mundial de la Salud la ha elevado a la categoría de “variante preocupante” y designado con la letra griega “Ómicron”.
Es claro que el virus, lejos de debilitarse, ha mejorado su eficiencia. De esta nueva variante se sabe que es más infecciosa, y se estudia si eso le alcanza para ser más mortal y resistente a las vacunas que hoy se aplican con éxito en contra de sus antecesoras.
Los expertos coinciden en que la situación de la pandemia aún es muy dinámica, debido a las variantes que están circulando, y afirman que se necesitan más datos de estudios sobre las diferentes vacunas usadas en cada país para poder determinar su eficacia contra esta nueva cepa. Pero las cosas no pintan bien. Ayer, el director ejecutivo del laboratorio Moderna, Stéphane Bancel, dio una advertencia contundente sobre la nueva variante, diciendo que “habrá una caída significativa en la efectividad de las vacunas actuales ante Ómicron”.
No en vano, la OMS la puso al mismo nivel que Delta, lo que impulsa a reforzar la vigilancia para detectarla a tiempo y evitar su propagación, además de acelerar las investigaciones para conocerla en su verdadera dimensión, con el fin de tener argumentos soportados en la ciencia para actuar con certezas que atenúen el pánico y frenen la especulación que empieza a evidenciarse. De hecho, el solo anuncio de su hallazgo hizo que las principales bolsas del mundo se desmoronaran con fuertes caídas derivadas del temor de los inversionistas, y empezó una escalada de restricciones y cierres de fronteras que reviven los tiempos del inicio de la pandemia.
La pandemia nos ha demostrado que no hay una receta única para todos los países y dependerá de sus gobernantes y de cada sociedad enfrentar de la mejor forma posible a Ómicron y a las nuevas variantes que aparecerán en el futuro. Sin embargo, hay acciones globales que no pueden esperar y que precisamente están detrás del surgimiento de este nuevo linaje. Llegó la hora de entender que mientras exista una sola región en el planeta en la que habiten personas desprotegidas y consecuentemente susceptibles de adquirir el covid-19, la pandemia no podrá controlarse y, por el contrario, podrá reactivarse y afectar, incluso, a quienes se ufanan de estar protegidos.
“La aparición de esta variante en África era inevitable. Se debe a la falta de vacunación por el acaparamiento de vacunas por parte de los países desarrollados”, concluye con total lucidez la doctora Ayoade Olatunbosun-Alakija, vocera de la Alianza Africana para la Entrega de Vacunas.
