“Es que vivimos cosas increíbles que la gente no sabe”, evoca el ex portero de Ñublense, Jaime “Sam” Bravo, quien fue protagonista del historiado partido frente a Sport Ancash de Perú, la tarde del 16 de septiembre del 2008, por el duelo de ida de la primera rueda de la Copa Sudamericana.
A exactamente 13 años del primer partido internacional oficial que disputó el Rojo fuera de Chile, y que marcó su eliminación del torneo continental, el otrora arquero desempolva capítulos de una verdadera odisea.
“Fue un infierno el viaje de ida y vuelta”
El equipo de Fernando Díaz entró en la historia tras clasificar a la Copa Sudamericana 2008. Debutó con un triunfo por 1-0 ante Sport Ancash en Collao (el estadio Nelson Oyarzún se estaba reconstruyendo), pero la revancha a 3.300 metros de altura en Huancayo fue un infierno fuera y dentro de la cancha.
“Ya en el viaje para allá pasaron cosas. Casi se muere una persona en el avión y Pancho Viveros le tuvo que dar auxilio. Al llegar a Lima, al ‘Turco’ Abdala se le pierde la maleta y cuando llegamos al hotel de Miraflores no había comida para cenar. Faltó planificación como club nuevo en la Copa y esos detalles pasan la cuenta”, relata Bravo en diálogo con “Dimensión Deportiva”.
“No sentía las manos”
Bravo recuerda que llegaron tarde al estadio de Huancayo. Que los camarines no tenían agua y los baños eran compartidos con hinchas peruanos que los escupían desde las gradas.
“La altura pasó la cuenta. No alcanzamos a calentar. Al camarín entraba cualquiera. Nunca nos sentimos cómodos en la cancha. La pelota volaba. Yo nunca le agarré el pulso al balón. No sentía las manos. Tenía frío en las manos y los pies, me dolía el cuerpo”, recuerda. “Después del partido no pudo salir el charter a Lima y nos fuimos en bus por la sierra peruana. Mis compañeros vomitando. Insisto, quedamos en la historia, pero faltó planificación. Yo estoy seguro que si jugábamos en el llano ganábamos y enfrentábamos a Palmeiras en Brasil. Imagínate lo que hubiese sido para la hinchada que estaba vuelta loca”, sentencia Bravo, quien a 13 años de esa infernal odisea, solo quiere volver a ver a Ñublense en la Copa Sudamericana.
“El equipo de García lo puede lograr porque lucha hasta el final”, sentencia “Sam”, un hincha más del Rojo.