Señor Director:
Ayer se cumplieron 10 años de la tragedia en la cárcel de San Miguel, donde murieron 81 personas quemadas o asfixiadas. Ahora la cárcel de San Miguel, aunque tarde, tiene una infraestructura algo mejor (hace 10 años no había detectores de humo ni extintores ni redes húmedas ni redes secas funcionando). Sin embargo, cárceles como la de Puente Alto siguen en condiciones de seguridad precarias (¿habrá que esperar a que haya un incendio?)
Aunque es cierto que urgen reformas a leyes y reglamentos en materia penitenciaria, urge también que se respete la normativa ya existente y, sobre todo, que haya un cambio cultural importante en la forma en que miramos y respetamos a las personas que están en una cárcel.
Las leyes no hacen milagros. Es más, pueden ser simplemente un montón de letras. Frases como “que se pudran en la cárcel” o “que se maten entre ellos” son las que tenemos que eliminar de nuestras bocas y pensamientos, para así erradicar tragedias como la de San Miguel de nuestra realidad.