Share This Article
Mientras barre el patio de las dependencias de la ONG Padre Chango, de Chillán, entidad dedicada a la rehabilitación por consumo de drogas y alcohol, Gonzalo, un usuario, dice que “yo me metí en la pasta como a los 12 años, cuando estaba recién llegada a Chillán, el 2003.
Dice que “lo que pasa es que a esa edad con mis amigos ya fumábamos marihuana y queríamos probar otras cosas”.
Añade a su breve, pero sincero relato con LA DISCUSIÓN, que “al niño más chico que alguna vez vi metido en la pasta tenía siete años. Sus papás estaban metidos, por eso”.
Gonzalo es padre, y aunque de día podía trabajar sin problemas y dedicarse a su familia, “ya como a las ocho de la tarde se mete el diablo, y no hay cómo sacártelo, tenía que consumir, no podía evitarlo”.
Él es uno de los 15 usuarios del único centro de rehabilitación con residentes que existe en todo Ñuble, región que marca los mayores números del país en prevalencia de consumo de alcohol y medicamentos sin receta, “y eso es una oferta realmente bajísima”, dice el director de Padre Chango, Jorge Alvarado.
Si hay 15 usuarios y nada más, (pese a la oferta de 18 camas) es porque el costo que tiene rehabilitar a un adicto a la pasta base promedia los $800 mil, de eso, un poco más de $550 mil los financia el Senda y el resto se consigue en base a aportes de privados, ya que para los adictos es gratis.
Otros cuatro programas ambulatorios los ofrecen los Centros Comunitarios de Salud Mental que hay en algunas comunas como Chillán, San Carlos, otro programa de la ONG Padre Chango que es para menores infractores y un cuarto en el Hospital de Coelemu.
El éxito de una rehabilitación tras un tratamiento es posible, luego de doce meses y según las metas de los internos. Algunos quieren limpiarse completamente, otros solo apuntan a dejar la pasta base o el alcohol, pero no la marihuana.
El éxito de los tratamientos ambulatorios depende solo de la siempre desconfiable “voluntad de cada uno”, asegura.
Niños, mujeres, infractores
“Pero no tenemos residencias para mujeres. Tal vez con ellas es más complejo, porque tienden a invisibilizar más el problema o porque siendo madres o estando embarazadas les resulta una decisión difícil la de internarse”, advierte Alvarado.
Otra grave falencia de la oferta de rehabilitación en Ñuble es que tampoco hay residencia para consumidores infractores de la ley.
Si las mujeres o los infractores se quieren rehabilitar, tienen que buscar cupos en Santiago o en Concepción. No hay más oferta para ellos.
Tampoco se asignan como internos a Padre Chango a menores de edad, no relacionados con infracciones a la Ley.
Estimar que no hay niños adictos es insostenible. “Muchos menores adictos son hijos de consumidores. De hecho, tenemos a un interno que está por adicción al alcohol que se hizo adicto a los cinco años, porque viene de una familia rural donde les daban a beber alcohol para hacerlos dormir”, apuntó Alvarado.
50 clientes diarios
Tristemente, donde sí hay mujeres internas por problemas con drogas es en la cárcel de Chillán, donde existe un histórico estadístico que confirma que más del 90% de las reclusas fueron condenadas por tráfico de drogas, sin que necesariamente sean consumidoras.
María M. vendió pasta. Tiene hijos en la cárcel, a una hermana y a varios familiares condenados por microtráfico.
“Yo vendía, pero me salí porque ya era mucho el riesgo, tengo niños en la casa, mis nietos y si yo me iba presa, ellos se quedaban solos”, nos relata.
Confirma que en el microtráfico ganaba hasta $200 mil por noche, que no se duerme por miedo a los allanamientos o las mexicanas.
Pero sin duda el testimonio más revelador es que “cada noche llegan como 50 cabros a tu casa. Y con todos los que venden es más o menos lo mismo”. Y el versus, es sólo 15 residentes en rehabilitación.
Carmen Gómez, directora regional del Senda espera “contar con mayores recursos el próximo año, ahora que no dependemos de Biobío”.
Finalmente, hay que destacar que nada del dinero que se incauta por casos de drogas va en ayuda a la rehabilitación.
“Al menos que yo sepa, esos dineros de los procedimientos policiales o por infracciones a la Ley de Alcohol, no llegan a estos programas”, cerró Jorge Alvarado.