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Sin duda, la ruralidad ha atravesado inexorablemente la evolución de la mujer en Ñuble.
Si el camino ha sido complejo para alcanzar derechos y equiparar condiciones en relación a los hombres, en el caso de las mujeres ñublensinas ha sido aún más difícil, teniendo en cuenta nuestra alta tasa de ruralidad (actualmente de 30,6%), lo que en cierta forma, ha ayudado a que conductas patriarcales sean más difíciles de erradicar.
La incorporación de la perspectiva de género, desde hace unos años, ha sido una herramienta importante para la visibilización de las mujeres y la reinterpretación de la supuesta universalidad del pasado histórico que, hasta ahora, conocíamos.
Acciones que en la actualidad consideramos normales, como sufragar, fueron por años negadas para la mujer. A causa de la oposición de los partidos anticlericales y de izquierda, debido a la tendencia conservadora del electorado femenino, el voto de las mujeres se retardó por varias décadas. Recién en 1934 se aprobó el voto femenino para las elecciones municipales, y en 1949 para las elecciones presidenciales y parlamentarias. Las mujeres participaron por primera vez en la elección presidencial de 1952, cuando fue electo Carlos Ibáñez del Campo. Desde entonces, su participación en los procesos electorales se fue ampliando progresivamente, hasta llegar en 1970 a la paridad con los votantes masculinos, y en 2017, a superarlos.
Mujer rural
Para la socióloga y directora del Centro de Estudios Ñuble de la Universidad del Bío-Bío, Julia Fawaz, “la evolución de la mujer en Ñuble es muy similar a la de otras partes del país. Ésta ha transformado sus roles dentro de los sectores rurales, y de alguna manera, ha ido incorporándose al mundo laboral, pero siempre con brechas en relación con las mujeres urbanas, y por supuesto, respecto de los hombres, tanto en porcentaje de mujeres que se integran al campo laboral, como salariales”.
Según la académica, esta brecha no necesariamente es mayor en los sectores rurales, no obstante, sí es persistente, y en algunos tramos de ingresos, es mayor.
“La ruralidad no es en sí misma negativa, se puede ver como una oportunidad, uno asocia inmediatamente la ruralidad con mayor pobreza, mayor inequidad, más machismo o más patriarcal. En alguna medida es así, pero a lo mejor tenemos la oportunidad de construir una región distinta aún con esos niveles de ruralidad”, aseveró.
En tanto, las inequidades también se trasladan hasta la representación política.
“El acceso a ciertos puestos de prestigio es bajo, de las veintiún comunas que tenemos en la región, solo una (Ninhue) tiene una mujer como alcaldesa, y eso es un tema de representación que no se ha superado en la región, pese a la aplicación de ley de cuotas. Entre los consejeros regionales no hay ninguna mujer. Hay una inequidad de género”, planteó la académica.
Baja participación laboral
De acuerdo a un informe elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Chile está por debajo del promedio de los países de este grupo en la participación femenina en el mercado laboral.
A nivel nacional, la mujeres tienen una participación de 53%, mientras que en la Región de Ñuble, esta cifra baja al 44% de las mujeres, a diferencia de los hombres, en que el 70% lo hace.
Cristina Martins, socióloga y analista cualitativa del Observatorio Laboral de Ñuble, plantea que la tasa de participación de las mujeres es significativamente menor que la de los hombres.
“Nos damos cuenta que ésta es de un 44,3%, versus la de los hombres que es de un 70%. Percibimos que esta tasa de participación va en desmedro de lo que es hoy en día el mercado laboral a nivel nacional”, enfatizó, precisando que gran parte de los motivos de la baja participación de las mujeres en el mundo laboral es porque no tienen donde dejar a sus hijos, y por la falta de acuerdo al interior del hogar para decidir quién trabaja y quién se hace cargo de cuidar a la familia.
“El cuidado de los adultos mayores generalmente lo asume la mujer, la falta de negociación con el esposo para poder decidir si trabaja o no trabaja, además del sistema patriarcal que sigue pagando al jefe de hogar más cantidad de dinero que a las mujeres, son factores que inciden”, sostuvo Martins.
A esto, se suma una negra estadística: de acuerdo a las cifras de violencia intrafamiliar (VIF) hacia la mujer, registradas por el Centro de Estudios y Análisis del Delito (CEAD) de la Subsecretaría de Prevención del Delito del Ministerio del Interior, Ñuble figura como la sexta región que presenta más denuncias en este contexto, con una tasa de 421 por cada 100 mil habitantes.
Sin duda, queda mucho por avanzar en los próximos años.