Señor Director:
El 11 de abril de este pandémico 2021 cumplí 95 años y lo mejor, con una mente lúcida y una imaginación pródiga, aunque con las piernas un tanto atrofiadas –pero en pleno uso- por la inercia de ya quince meses de encierro obligatorio-voluntario, pero como tengo un “temple de acero”, como me decía mi esposa Maru, dándole a la escritura y al ordenamiento de mis borradores literarios, producto de lo cual he publicado en estos quince meses tres libros y tengo otro en imprenta, para aparecer en los próximos días. Y hay un quinto, que es una novela: “Mi primo Down, camino de esperanza”, que lo está preparando la editorial Hispana, con sede en Estados Unidos y distribución en numerosos países. Pienso cerrar el ciclo con una colección de cincuenta relatos, que irían con título tentativo de “95 años no son nada” (Relatos personales o muy cercanos).
Como en Chile no hay editoriales de las grandes y prestigiosas que acepten trabajos de escritores “mendigos literarios”, me las he arreglado por mi cuenta y riesgo económico, trabajando con una imprenta-editorial porteña que me ha publicado en hermosos y muy bien presentados textos. Y estoy cumpliendo con una divagación que me formulé a comienzos de la pandemia: o me vuelvo loco con el encierro o hago algo positivo. Hice lo que he venido haciendo desde los nueve años de edad: escribir, escribir, escribir. ¿Cosa de locos, verdad?
Washington Sandoval Gessler