El Ministerio de Salud decidió ayer levantar la cuarentena que ya se prolonga durante 46 días en la intercomuna Chillán-Chillán Viejo. La decisión es acertada bajo el supuesto que hay algunas señales de que a nivel comunal se están logrando los objetivos de disminuir la tasa de contagios.
Según la autoridad, para levantar la cuarentena en la intercomuna se tuvo en vista no solo el total de casos acumulados, sino también la cantidad de contagios nuevos en cada comuna, la incidencia por kilómetro cuadrado, la tasa de pacientes recuperados, además de otros parámetros entre los que destaca el alto nivel de vacunación de adultos mayores.
Igualmente, cabe precisar que seguirán operando el toque de queda, la obligación de usar mascarilla en lugares públicos, y la prohibición de funcionamiento de locales de entretención, lo mismo que las reuniones masivas y los cultos religiosos.
Sobra reiterar la importancia de seguir de forma muy rigurosa las normas, no bajar la guardia, seguir siendo muy cautelosos e incrementar las medidas de control. A estas alturas sería imperdonable que por cuenta de eventuales negligencias o, simplemente, de desafortunados relajamientos en el seguimiento de las pautas sanitarias se echara por la borda todo el esfuerzo de más de seis semanas de enclaustramiento.
Es claro que mientras existan personas susceptibles de infectarse (que aún es la mayoría) y el virus mantenga o incremente su capacidad para invadir células humanas, los peak y las desaceleraciones de la pandemia seguirán presentándose.
Pero esta razón natural dentro de la dinámica viral no impide entender que la intensidad de los peak depende de la aplicación oportuna y rigurosa de medidas conocidas para contener el virus por parte de las autoridades y, desde luego, de la disciplina de las comunidades para llevarlas a la práctica.
Las cifras demuestran que se transita por un tercer peak que está dando señales de ser más agresivo y letal que los anteriores. Para muestra, las muertes reportadas en estos primeros cuatro meses de 2021 en Ñuble, que ya superaron el total de decesos registrados el año pasado.
Estos datos tienen que generar reflexiones, además de acciones, pues existen factores determinantes que pueden modificarse con miras a atenuarse en esta coyuntura, pero también para prevenir desenlaces dramáticos. Entre ellos están, principalmente, el relajamiento en la aplicación de las medidas por grandes sectores de la población, proclives a aglomerarse en contextos de seguridad mal entendida, cansancio y la falsa percepción de que con la llegada de las vacunas el problema se ha resuelto.
En esta tarea de concientización es muy importante la labor que cumplan las diferentes autoridades, pero si hay algo decisivo es el compromiso de la ciudadanía, pues es imposible aspirar a que el Estado pueda ejercer un control total y permanente, como ha quedado demostrado en las cuatro cuarentenas que se han decretado en Chillán desde abril de 2020 a la fecha. Por eso, la autorregulación, bajo la consigna –que no pierde vigencia– de que cuidarme a mí es cuidar a todos, sigue desempeñando un rol vital.