Alrededor de 400 pacientes activos con distintos diagnósticos de cáncer y en etapa terminal de la enfermedad se atienden en la Unidad “Alivio del Dolor y Cuidados Paliativos” del Hospital de Chillán, creada en 1996, y que el sábado 9 de octubre celebró su día, a nivel mundial, bajo el lema “No dejar a nadie atrás: equidad en el acceso a los cuidados paliativos”.
En tiempos de pandemia el equipo multiprofesional no detuvo su labor y continuó otorgando asistencia a los pacientes y a su entorno cercano, reorganizando su dinámica de trabajo en modo Covid-19.
Para la sicóloga de la Unidad, Constanza Quezada, mantener la atención bajo una emergencia sanitaria no fue tarea fácil, sobre todo los primeros meses, cuando se manejaba el cuidado de los pacientes a distancia y por vía telefónica, para evitar riesgos de contagio en pacientes vulnerables a la infección debido a su delicada condición de salud.
“La pandemia en el fondo nos afectó, porque una de las fortalezas del trabajo en Cuidados Paliativos es el vínculo con los pacientes y su familia, porque acá no vemos solo al paciente, desde lo técnico sí, pero en el fondo son los familiares que vienen a hacer las consultas, vienen al ingreso, son los que llaman harto, son con quienes más nos comunicamos y educamos en el cuidado del paciente. Fue como un desafío aprender a organizarnos de otra forma, de cómo evaluar a los pacientes sin verlos. Ahí comenzamos con atenciones telefónicas, los médicos, porque los sicólogos no tenemos teléfono en el box y partimos con los médicos quienes llamaban a los pacientes. Después, cuando se comenzaron a establecer protocolos para poder ir a las casas, empezamos a tener elementos de protección personal. En el fondo, empezamos con visitas domiciliarias, con un médico, nutricionista, enfermera y psicóloga. No todos los días sale el mismo equipo, pero todos los días hay visitas”, explicó.
Bajo las actuales condiciones sanitarias, la nutricionista y la psicóloga de la unidad han realizado visitas de seguimiento a los domicilios de los pacientes, mientras que enfermeras y médicos atenciones de urgencia, ya sea para cambiar la vía de administración de un medicamento o manejar sus síntomas. Además, se ha mantenido el seguimiento telefónico y la atención presencial para situaciones específicas.
“Las llamadas son el control, porque nosotros todos los meses vemos a los pacientes. Antes de la pandemia todos los meses se hacía un control, porque se les entregan medicamentos por 30 días, pero hay un número que nosotros entregamos, donde nos pueden llamar si el paciente está con dolor o tiene algún síntoma. Son como las consejerías telefónicas, pero las atenciones médicas todavía no son presenciales, las atenciones de los otros profesionales sí. Aquí las enfermeras ponen tratamiento y hacen exámenes. Yo veo a pacientes en duelo y a pacientes activos o familiares que también requieren apoyo psicológico en el tema del proceso de la enfermedad”, explicó la profesional.
Mirada del dolor
Según Constanza Quezada, la Unidad de Cuidados Paliativos tiene una mirada transversal de dolor, que busca entregar una atención integral a sus pacientes, y según el nivel de dolor que tengan derivan a los profesionales indicados para evitar sufrimiento en ellos.
“No vemos solo el dolor físico, si no lo vemos en cuatro dimensiones; físico, emocional, social y el espiritual. El dolor físico por los síntomas que están asociados a la enfermedad, el emocional también tiene que ver con eso, con que los pacientes viven un duelo del paciente sano al paciente con una enfermedad. Lo social porque ya no son la misma persona, hay personas que necesitan ayuda, no son tan autovalentes como antes, tienen que estar con licencia, no pueden trabajar como antes, el tema de las pensiones siempre es como difícil de acceder, y el espiritual por miedo a la muerte”, detalló.
Respecto al tipo de pacientes, que en su mayoría padecen cáncer gástrico, de colon y de mama, la psicóloga comentó que “antes solo ingresaban aquellos que estaban en la etapa avanzada de la enfermedad, ahora también los ‘no progresivos’, que pueden tener su tratamiento de quimioterapia, pero tienen que tener síntomas como dolor o muchas náuseas, entonces, ahí el especialista deriva por el sistema público”.
La profesional manifestó se debe terminar con la “metáfora bélica” en torno al cáncer y cambiar la mirada, mensaje que fue reforzado a través de proyecciones en los frontis de las instituciones públicas el viernes recién pasado.
“El cáncer no es una lucha, porque en el fondo igual hay que saber que si nosotros le atribuimos ese sentido de guerra, los pacientes tratan de nunca validar sus emociones, de nunca ser vulnerables, de nunca llorar y eso igual va en contra del proceso emocional. (…)El paciente no puede expresar lo que siente”, precisó.