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Señor Director:
Hace ya 20 años, Mark Zuckerberg junto a otros estudiantes materializaron una idea genial: crear Facebook, una plataforma donde podía vincularse un sin número de personas para compartir una infinidad de temas.
Tal vez nunca sospecharon que esta plataforma se convertiría en un dispositivo de gran alcance que se diseminó rápidamente en todo el mundo. Tampoco sospecharon los efectos adversos que esta red social podía tener, al ponerse al servicio de actitudes mezquinas de unos pocos, para someter y denostar a otros e invadirlos de mensajes demoledores que terminaron con el suicidio de muchos adolescentes.
Este trágico saldo se constituye en una señal de alerta y dramático testimonio de cómo las redes sociales pueden convertirse, desde instrumentos de sana convivencia y de vínculos positivos, a un vehículo a través del cual pueda demolerse la psiquis de las personas más débiles.
Probablemente Facebook es sólo una advertencia, un semáforo en rojo que nos invita a detenernos, reflexionar y evaluar los efectos que esto tiene sobre los adolescentes que se encuentran en un proceso de construcción de identidad.
Aquí el rol fundamental debe cumplirlo la familia, constituido como el núcleo central de la construcción del carácter de los individuos. Es en esta relación íntima donde se establecen las bases centrales de la identidad, a través de la comprensión, la comunicación, la aceptación incondicional y la actitud positiva hacia la formación de individuos que van a ser parte del adulto del futuro.
Víctor Cabrera Vistoso, Psicólogo y Académico UA