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100 días de gobierno

Se cumplieron 100 días de esta administración y como es de imaginar, hay disímiles evaluaciones. Aunque a ratos la disputa se ha centrado en si el gobierno que encabeza Gabriel Boric ha sido mejor o peor de lo que imaginábamos, lo concreto es que a todas luces ha sido distinto, marcado por turbulencias internas y externas que se manifestaron muy temprano.

De hecho, los analistas coinciden en que la “luna de miel” de este gobierno ha sido la más corta desde el retorno a la democracia y bien parece una montaña rusa, con un comienzo prometedor ensombrecido prontamente por la crisis económica internacional, la violencia interna y los errores de algunos de sus ministros y ministras, seguidos de un repunte tras su primer discurso a la Nación y una gira internacional exitosa, aunque no exenta de tropiezos.

En efecto, el aterrizaje en La Moneda de Boric, y de la coalición de izquierda que lo respalda, se produjo en un momento especialmente difícil, con una inflación inédita en décadas, un aumento de la percepción de la inseguridad ciudadana y un recrudecimiento del conflicto mapuche.

Entre los logros que se le atribuyen está el aumento del salario mínimo a 400.000 pesos a partir de agosto, el mayor reajuste en 25 años, lo mismo que otras medidas económicas como el congelamiento de la tarifa del transporte o la estabilización del precio de los combustibles. También ratificó el Acuerdo de Escazú, el primero pacto del mundo en contemplar los derechos de los ambientalistas.

De igual manera, no es posible poner la mirada en el desempeño del Ejecutivo sin también, y en forma simultánea, escrutar lo que sucede en la oposición. Como en cualquier relación de alter ego, las fortalezas de uno tienen mucho que ver con las debilidades del otro. Desde la oposición le achacan inexperiencia e improvisación, sobre todo a la hora de enfrentar la violencia en la llamada macrozona sur, donde declaró el estado de excepción y desplegó a los militares, pese a prometer en campaña que no lo haría.

A nivel local, más allá de la entusiasta promesa del recambio en los liderazgos políticos y técnicos, el nuevo bloque ha enfrentado ya varias dificultades, partiendo por su política de reclutamiento. Después de tanto criticar a los gobiernos anteriores, cometió prácticamente los mismos errores, no logró manejar conflictos por los equilibrios de poder entre los partidos y ha tenido evidentes dificultades para renovar la tecnocracia regional.

Los primeros 100 días del Gobierno bien podrían simbolizarse en el Rey Jano y sus dos caras. Una, la sombría, nos revela ansiedad, inexperiencia, varios errores no forzados y una preocupante sequía legislativa; mientras que la otra, la entusiasta, nos muestra seriedad en el manejo de las finanzas públicas (con Mario Marcel a la cabeza) y a un Mandatario que en dos meses pasó de una aprobación inferior al 30%, hasta alcanzar el 44%, según el sondeo Cadem publicado la semana pasada.

La tarea ahora será -además de manejar adecuadamente los problemas internos y externos- que las anunciadas reformas tributarias y de pensiones lleguen a puerto, desafío en el cual la coalición de gobierno tiene una especial responsabilidad. Y es precisamente ahí donde apuntan las mayores dudas. ¿Será capaz de estar a la altura de esos desafíos?

Con quejas que se incrementan en volumen y frecuencia y descalificaciones mutuas, difícilmente. Pero sí la disciplina política, capacidad de escucha y tolerancia son incorporadas a su hacer político, lo más probable es que el Presidente Gabriel Boric y su coalición puedan sacar adelante la agenda que le prometieron a los chilenos y chilenas.

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